OPINIÓN
20 de Noviembre de 2023
El "Pacto de Acasuso" y una victoria que nació un martes

La cita fue en la casa de Mauricio Macri, el pasado martes 24 de octubre. Hacia allí fueron Patricia Bullrich y Javier Milei. La reunión se extendió hasta la madrugada, cuando los tres sellaron un acuerdo electoral para avanzar hacia el balotaje.

Aquel acuerdo sería bautizado como el “pacto de Acassuso”, por el partido bonaerense en el que está ubicada la vivienda del encuentro. Y sería la llave para la victoria de Milei este domingo, que lo convirtió en el nuevo presidente de los argentinos.

Fue la llave porque el acuerdo funcionó como un reloj: desde las elecciones generales hasta el balotaje de ayer, Milei sumó 6.370.000 votos. Equivalen al 100% de los que habían sacado Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en octubre.

Más allá de que en realidad hubo captación de votos de Juan Schiaretti y de otras fuentes, el traspaso fue contundente. Y ello a pesar de las rupturas que protagonizaron los radicales liderados por el jujeño Gerardo Morales, quien prometió hacer “todo” para que no ganara Milei. Y de la crucifixión que decretó Elisa Carrió al expresidente de la Nación.

Por los números de ayer, no sólo Macri y Bullrich traccionaron los votos propios del PRO, sino que también convencieron a muchos radicales que habían apoyado a Juntos por el Cambio en las generales.

El “pacto de Acassuso” incluyó varios actos. El primero fue la rápida reacción de Macri y de Bullrich para inyectarle una dosis de “racionalidad” a La Libertad Avanza.

Varios cordobeses consultados por este medio reconocieron que el apoyo del expresidente los convenció de votar a Milei después de haberlo hecho por Bullrich. “Lo moderó”, dijo un productor agropecuario de la zona de Río Cuarto.

De golpe, los grandes derrotados en las generales se convirtieron en los grandes protagonistas de la campaña electoral para el balotaje. La apuesta era riesgosa: implosionar una alianza que había soportado cuatro años en la oposición para construir una fuerza a todo o nada.

Macri, entonces, se adueñó de la campaña. Entrevistas en los medios, posteos en las redes y construcción política en las sombras fueron tejiendo un armado con Milei que, siempre se aclaró, no incluía ni ministerios ni cargos en un futuro gobierno.

Puede decirse que la estrategia no había empezado con el pacto. Durante los meses previos a las Paso, Macri manejó la incertidumbre hasta niveles insoportables para sus socios políticos. Sus continuos elogios al libertario mantuvieron una buena relación con los votantes de Milei y fueron el puente que se mantuvo siempre abierto entre ambas fuerzas.

Nada de enojarse con quienes no los habían votado. Al contrario, siempre elogios y comprensión.

Leído a la distancia, ese coqueteo fue siempre una intención real de asociarse a Milei y despegarse de los más “tibios”. Dentro de Juntos por el Cambio o afuera, como todo parece indicar desde hoy.

Finalmente, esa unión condensó el espíritu de la época: en las elecciones generales, el 63% del país había votado por opciones que se oponían a la continuidad del Gobierno nacional. Y ayer, el balotaje confirmó esa voluntad, hecha de hartazgo frente al kirchnerismo y dolor producido por una crisis económica interminable.

Especialistas en comunicación política habían detectado en la base del voto a Milei el deseo de “resetear” al país. La necesidad de un cambio profundo se mostró en las primarias, pero se frenó en las generales.

Hasta que Macri entendió que era el momento de aliarse a los libertarios y, quizá, darle una forma política que hasta ayer no tenía. El gran interrogante es saber qué viene ahora.

 

Federico Giammaria

Para la Voz del Interior